Los seres humanos somos todos iguales y diferentes a la vez; en materia de derechos humanos somos todos iguales, sin distinción de clase, origen étnico, religión, ideología u otros aspectos. Pero al mismo tiempo somos distintos a causa de la diversidad cultural, y esto puede convertirse en algo embarazoso para el caso de un turista incauto que viaja a una nación distinta a la suya sin conocer las normas locales.
En razón de que algunas diferencias culturales pueden ser sutiles o poco aparentes a simple vista pero de profundo significado, es recomendable informarse: una mujer procedente de un país occidental se podrá sentir cómoda caminando en bikini por una calle, pero no es recomendable que lo haga en un país musulmán porque allí tal acción va a ser considerada como ofensiva, e incluso un delito. Del mismo modo, una mujer musulmana acostumbrada a usar el chador se encontrará que en occidente la podrán observar como a un marciano por usar su vestimenta tradicional.
Los gestos y el lenguaje corporal también pueden ser traicioneros: gesticular de cierta forma puede estar bien en un sitio, pero en otro país puede ser algo mal visto o peor aún, pues el mismo gesto puede tener un significado muy diferente que en algunos casos podría causar alguna que otra ofensa o susceptibilidad.
No se puede afirmar que tal o cual cultura o forma de ver el mundo es mejor que las demás, pero hay que respetar las reglas de la casa que uno visita; y también hay que tener cuidado porque si bien en algunos sitios la gente puede ser tolerante con los turistas incautos, en otros lados no necesariamente ocurrirá lo mismo. Como en otros casos, la mejor vacuna contra estos sinsabores es leer e informarse previamente.

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