Si ya estamos viendo problemas en materia de pesca de aguas profundas - y subrayo esto de la profundidad en el mar -, al tiempo que se observa que desde la sedentarización de la humanidad estamos presenciando y causando la extinción gradual de numerosas especies animales y vegetales, creo que todos haríamos bien en informarnos acerca de lo que la historia nos enseña, para no repetir las cosas malas o equivocadas.
Desde que los humanos evolucionamos y desarrollamos inteligencia, una facultad que nos permite no solamente vivir en un medio sino modificarlo de forma volitiva, creo que asumimos una responsabilidad, que algunos pueden entender como tomar parte del trabajo de un dios, y otros, como parte de las atribuciones de la naturaleza. Pero a diferencia de las especies animales y vegetales que nos precedieron y las que actualmente nos acompañan, nosotros podemos cambiar el medio ambiente, cambiar el curso de la evolución y de la historia del planeta.
Esta es una responsabilidad y tenemos que cumplirla; el dinero está bien y a todos nos gusta tener un poco, poder comprar lo que deseamos y vivir con comodidad, pero en nuestra cultura el dinero, convertido en la medida absoluta del éxito, está funcionando como una droga de la cual todos somos dependientes. Los drogadictos siempre destruyen sus vidas, a sus familias y a otros; pareciera que la especie humana está haciendo lo mismo con el planeta.
Es la deuda que tenemos con este mundo que nos ha convertido en su propia conciencia; nosotros hablamos, pensamos y hacemos por nosotros mismos, pero también por la Tierra; somos lo que nos hizo nuestro mundo, y nuestro mundo es lo que hacemos con él, todo está conectado entre sí, incluso lo que está aparentemente vacío y con más razón, lo que todavía desconocemos.
No cabe duda alguna de que estamos jugando un juego muy peligroso por cuestiones sumamente transitorias: porque un individuo quiere hacer millones, que los puede hacer sin causar daño también, en su vida de sesenta o setenta años, estamos dejando que se ponga en riesgo el ecosistema mundial, que puede dañarse irreparablemente y dejar secuelas por millones de años.
Si la evolución natural dicta que hay especies que tienen que desaparecer es una cosa, pero yo no quiero pasar a la historia como un miembro de una especie drogadicta. La magnitud del daño que los mediocres avaros pueden causar - creo yo - escapa a la comprensión de sus limitadas mentes.
Y volviendo a la historia y la profundidad de los océanos, lo que sucedió al finalizar el período pérmico debería acerca de cómo aparentemente insignificantes cambios ambientales pueden causar un profundísimo desastre.
De los fósiles podemos aprender mucho más que lo que la experiencia de nuestras vidas puede decirnos.