Hasta hace unos días, ni siquiera la mayoría de los propios españoles sabía que su país tienen un historial de
accidentes radioactivos y escapes nucleares bastante considerable...
Recientemente salió a la luz el hecho de que en la central nuclear de Ascó, en Tarragona, en noviembre del año pasado hubo un escape de aire contaminado. Sencillamente ese accidente , como otros que existieron no fueron reportados hasta que organizaciones ecologistas descubrieron el hecho.
Dicho de otra forma, se oculta a la opinión pública incidentes que pueden afectar directa o indirectamente a su salud, algo tan grave como un accidente NBQ.
La pregunta del millón es ¿porqué el Estado español permite semejante atropello a sus ciudadanos?
En mi opinión, la respuesta se basa en dos cuestiones: poder y dinero.
Para empezar, las centrales nucleares son un negocio que manejan empresas PRIVADAS. Cualquiera sabe que si una empresa privada no es controlada por organismos independientes que hagan respetar normas y reglas (en este caso el Estado), sus funcionarios y empleados tenderán a ocultar todo lo que dañe a la imagen de ellos y (por extensión) de dicha empresa privada o corporación. Se constata que esto es lo que pasó en el actual accidente de Ascó, donde la empresa no informó al público, y siguió permitiendo que tanto sus empleados como visitantes siguieran accediendo a la planta nuclear, y otras sigan circulando por los alrededores sin ningún tipo de restricción.
El supuesto control (y "castigo" en caso de incumplimiento de la ley) recae en este caso, en principio, sobre el organismo español conocido como CSN (Comisión de Seguridad Nuclear). Como muchas ONGs denunciaron y siguen haciéndolo, este organismo no es para nada independiente, rinde tributo al negocio de la energía nuclear, y por tanto tiende a tapar o minimizar los incidentes que ocurren, salvo en casos en los que estos trascienden por otros medios independiente, preocupándose entonces por cuidar su imagen de organismo "regulador".
Pero cuando los accidentes tardan en denunciarse, el mal puede haberse extendido demasiado, o ser ya irreversible. Esto es doblemente cierto en el caso de accidentes con energía atómica: los primeros días de los escapes radiactivos son críticos, es cuando se liberó el tipo de radiación más peligrosa y letal. Dicho de otra forma, hacer mediciones incluso unos pocos días después, implica haber expuesto a la población a una dosis mayor de radiación que la que ocurrirá en los meses posteriores, suponiendo que el problema se haya resuelto rápidamente.
Yo creo que la primera conclusión que tienen que sacar los españoles (y todos aquellos que se enteren de incidentes "velados" como estos) es que NO SIEMPRE pueden confiar en lo que diga su gobierno. Es más, yo diría que siempre que esté por medio un incidente NBQ, lo mejor es confiar en los conocimientos de supervivencia y los medios propios. Esto, traducido, implicaría primero que nada poner la mayor cantidad de kilómetros entre los lugares de potenciales problemas (centrales nucleares, químicas, etc.) y nosotros, incluso cambiando de trabajo, o mudándose de forma preventiva si es preciso.
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