Pensar en “salvar el planeta” es pensar a lo grande. Y no está mal pensar a lo grande, pero siendo lo que somos (personas comunes y corrientes, no seres todopoderosos) es lógico pensar que toda acción humana, por pretenciosa y gigantesca sea en sus objetivos, tiene un comienzo mundano, pequeño, tan chico y efímero como lo es la vida de cada uno de nosotros. Para decirlo con una parábola “la arena se compone de un conjunto de minúsculos granos que separadamente no parecen nada, pero que juntos forman una playa”.
¿Que qué quiero decir con este discurso pseudofilosófico (pido disculpas)? Simplemente que toda acción que busque ser respetuosa con el medio ambiente, ecológica, empieza con pequeños detalles que podemos tranquilamente atender en nuestra propia casa, durante la vida cotidiana.
Existen muchas cosas que se pueden hacer para ayudar al medio ambiente. Por poner un ejemplo, piense en algo que hace usted todos los días: abrir la heladera (frigorífico o nevera).
Se ahorra mucha energía si cada vez que la abre procura dejarla abierta lo menos posible, pero al mismo tiempo cuidando de no cerrarla en seguida si piensa volver a abrirla inmediatamente después para guardar lo que acaba de sacar (recuerde que las heladeras “comprimen” el aire, cosa que les cuesta algunos minutos, e interrumpir ese proceso incrementa el gasto energético).
De la misma forma, si en vez de descongelar los alimentos en el microonda pocos minutos antes de cocinarlos, lo hace dejándolos varias horas antes fuera del congelador o freezer, ahorrará mucha energía. Pero ahorrará más aún si los deja descongelar en la heladera (en la parte donde se guardan los alimentos que no necesitan congelarse): de esta forma el frío que libera el alimento congelado al irse descongelándo lentamente, ayudará a enfriar los alimentos no congelados que lo rodean.
Y por supuesto, ahorrar electricidad o energía eléctrica implica ayudar al medio ambiente, ya que la mayoría de las formas actuales de generar electricidad son altamente contaminantes: las centrales termoeléctricas que queman carbón para lograrlo expulsando C02 a la atmósfera, las centrales nucleares, atómicas o termonucleares que generan residuos radioactivos imposibles de reciclar, las represas o centrales hidroeléctricas de gran envergadura, que transfieren el calor de su movimiento a los ríos alterando los ecosistemas acuáticos y la fauna que los habita o visita. Y evidentemente, en todos los casos anteriores, la generación de energía no renovables o energías sucias contribuyen negativamente al cambio climático, algo científicamente probado, por mucho que al señor Bush le moleste admitirlo.
Vea más consejos sobre qué puede hacer usted para ayudar al medio ambiente aquí:
http://www.andinia.com/a20325.shtml
Y desde ya, esperamos que nos escriba otras recomendaciones, consejos o sugerencias para seguir ampliando nuestros conocimientos ecológicos, y ayudar con el día a día al mantenimiento de la naturaleza.